Compartiendo ideas

Por Manuel González Frutos 12 mar, 2019
El premio Pritzker es el más prestigioso reconocimiento internacional que se puede conceder para honrar a un arquitecto. Es considerado como el Nobel de la arquitectura. Este año 2019 el galardón ha recaído en Arata Isozaki , uno de los arquitectos más sobresalientes de Japón. Gracias a sus ideas innovadoras y sus increíbles obras, ha influenciado en toda una generación de profesionales dedicados a la arquitectura. Arata Isozaki nació en Japón en 1931 y durante su infancia sufrió la guerra y la posguerra. Llegó a la arquitectura tras su formación como ingeniero, lo que le otorga una aproximación y una perspectiva de la arquitectura de la que destaca su afán por comprender cómo funcionan las cosas. No ha seguido las tendencias, sino que ha forjado su propio camino. Desde los inicios en los 60 con una arquitectura brutalista y posteriormente con obras arquitectónicas con un componente de ingeniería moderna destacable. Fue discípulo de Kenzo Tanje y fue de los primeros arquitectos japoneses que intercambió conocimientos con occidente y en construir fuera de Japón. Desde los años 60 tiene más de 100 obras construidas por todo el mundo (Europa, Asia, Australia, América…) siendo algunas de ellas iconos del S.XX. De sus trabajos en España destaca el Palau Sant Jordi de Barcelona, construido con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992, una obra en la que se utilizó un sistema de estructuras (sistema Patadome) que permite desplegar de manera sencilla la cubierta de un edificio.
Por Manuel González Frutos 12 mar, 2019
Ya sea un promotor profesional o particular el control de costes es algo fundamental a la hora de realizar unas obras. Una obra mal gestionada puede un auténtico quebradero de cabeza y, lamentablemente todos conocemos casos en los que los desvíos de presupuestos son importantes (como en las obras públicas). ¿Qué gastos hay que considerar? Un error muy habitual entre los clientes particulares que vienen al despacho es haberse informado, pero sin llegar a tener una visión global de todo el proceso. Por norma general han consultado a un constructor quien les indica un coste aproximado por metro cuadrado y, muchas veces, los clientes creen que, haciendo una simple regla de tres obtendrán el coste final de la obra. Nada más lejos de la realidad. Si se consulta a un constructor, el precio que se suele obtener es el coste de materiales y mano de obra, sin considerar otras cuestiones. A este importe hay que añadir otros costes, dependiendo del tipo de obra, que pueden incluir: topógrafo, estudio geotécnico, arquitecto, arquitecto técnico, ingeniero, tasas de licencias, tasas de residuos, impuesto de construcciones… y el IVA de todos ellos. Por todo ello, en función del tipo de obra podemos hablar de incrementos frente al precio del constructor de hasta un 40%. No obstante, esto no es una desviación en el presupuesto, sino un defecto de información real de los costes totales relacionados con una obra. El coste del constructor no es el coste total de la obra. En muchos casos las obras parece que se disparan en coste antes de empezar, pero simplemente el cliente desconocía los gastos a los que debe hacer frente. ¿Cómo controlar los costes? Es imposible saber lo que va a costar una obra si no está claramente definido lo que se quiere hacer. Por ello, nosotros insistimos mucho a nuestros clientes en la fase de diseño y planificación, ya que un proyecto definido con un estado de mediciones realista nos permitirá conocer de antemano el coste efectivo de la obra. Como recordamos a nuestros clientes “es más barato mover una línea sobre el papel que mover una pared en la obra”. Por ello, entendemos que la mejor forma de controlar los costes es trazar un plan de diseño por etapas de tal forma que lo convirtamos en un proceso lineal: cerramos una fase, avanzamos a la siguiente. Por ejemplo, no podemos saber el presupuesto de la obra si no tenemos cerrado el diseño. Abrir fases cerradas puede suponer retrasos (no podemos seguir un proceso de producción eficiente) o desviaciones de coste (trabajos no previstos). “Es más barato mover una línea sobre el papel que mover una pared en la obra.” Uno de las principales causas del desvío de presupuesto en las obras es el rediseño durante la ejecución de los trabajos. Antes de que se inicien los trabajos tenemos que tener respuestas claras a los siguientes puntos: ¿Qué vamos a hacer? Alcance de la obra y diseño. Si empezamos queriendo cambiar un baño y acabamos arreglando todo el piso, el presupuesto inicial solo servirá para calzar una mesa. ¿Cuándo estarán las obras terminadas? Habiendo definido las cuestiones anteriores podremos tener una visión realista sobre el plazo de las obras. Esto permite optimizar los recursos y coordinar a los distintos industriales, evitando los “parones” en la obra porque “falta loquesea” o “no ha venido Fulanito” o hay que rehacer. Estas cuestiones suponen retrasos en la obra y, si son debidas exclusivamente al promotor, es probable que se le repercuta en el precio, por lo que el presupuesto inicial… solo servirá para calzar una mesa. ¿Cómo lo vamos a hacer? Tan importante como el diseño son las soluciones técnicas y los materiales. Para cada elemento hay distintas soluciones constructivas y para cada material hay distintas calidades: no es lo mismo pintar una pared de blanco que forrarla de pan de oro. Si modificamos estos elementos durante la obra (o, peor, no están definidos con anterioridad), el presupuesto inicial solo servirá para calzar una mesa. ¿Cuánto va a costar? Solo si hemos seguido un proceso lineal en el diseño, cerrando cada fase antes de empezar la siguiente, diseñando antes de definir materiales, definiendo materiales antes de solicitar presupuestos, solicitando presupuesto antes de iniciar la obra, sin modificaciones ni reaperturas de las fases, podremos controlar el coste, sabiendo, con certeza, que el presupuesto inicial servirá para mucho más que para calzar una mesa. ¿Y los imprevistos? Es muy habitual que, a lo largo del proceso vayan surgiendo imprevistos, especialmente cuando se trata de actuaciones de reforma y rehabilitación, pero con un correcto análisis y consecuente planificación, será posible limitarlos. Es importante distinguir el imprevisto de la improvisación, ya que son cuestiones totalmente diferenciadas. Es importante distinguir el imprevisto de la improvisación. Por todo ello, es necesario trabajar cada etapa hasta que esté suficientemente madura como para poder avanzar a la siguiente. En este sentido, no es aconsejable iniciar la obra, por muchas prisas que tengamos, sin tener definido claramente qué es lo que vamos a hacer. Nuestra experiencia y metodología de trabajo, tanto en trabajos de arquitectura como de diseño interior, nos permiten ofrecer a nuestros clientes una estimación inicial de costes realista, confirmada posteriormente cuando se ha desarrollado el proyecto.
Por Manuel González Frutos 12 mar, 2019
Para poder diseñar es necesario contar con un espacio limpio que deje lugar a la creatividad. Por ello, de un tiempo a esta parte veníamos controlando el mercado de oficinas en Palma de Mallorca en búsqueda de un espacio adecuado a nuestras necesidades donde poder atender a nuestros clientes y desarrollar nuestra pasión: la arquitectura. El resultado no pudo ser más decepcionante: las oficinas que había disponibles no reflejaban lo que nosotros entendemos que debe ser un espacio de trabajo. Por ello, finalmente decidimos hacer lo que mejor sabemos hacer: crear nuestro propio espacio, diseñándolo y construyéndolo para que se adecuara a nuestras necesidades y a lo que, entendemos, debe ser un espacio de creación: un entorno neutro y funcional sin limitaciones para proyectar las necesidades de nuestros clientes. Cuando se trata de buscar un espacio para reformar, hay unos requisitos esenciales que permitirán diseñar el espacio sin condicionamientos: geometría regular y estancias exteriores. Estas dos cuestiones básicas permiten desarrollar con mayor libertad la reconfiguración del espacio, ya que no hay elementos preexistentes que vayan a condicionar el diseño final. Después de un tiempo en el mercado, conseguimos encontrar un entresuelo interior en un edificio construido en la década de 1930, en una céntrica zona de oficinas de Palma. El inmueble en cuestión estaba en un estado descorazonador tras más de quince años cerrado y no haber sido reformado desde su construcción, pero que cumplía con las cuestiones básicas expuestas. En nuestras visitas al inmueble confirmamos que nos encontrábamos ante un lienzo en blanco en el que crearíamos nuestra actual oficina. Solo había que ver más allá del propio inmueble.
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